Fell on black days

Son tiempos oscuros. A veces en épocas como esta suelo engancharme a alguna buena serie, ver películas dignas de ser vistas y leer libros maravillosos. Pero no consigo encontrar nada que mantenga mi mente ocupada. Renovar las obsesiones con obsesiones ficticias suele funcionar. 

Pero bueno, escribir siempre ha sido también una buena forma de sacar las cosas que se llevan dentro, aunque uno va aprendiendo a tirar de sutilidad con el paso de los años. En estos tiempos en los que publicas en facebook hasta cuando vas a cagar y te parece totalmente normal, igual se echa de menos un poco decir las cosas de otra manera. 

Lo cierto es que siempre que pienso en esta época, nuestra época, nos veo a todos totalmente perdidos. Como bien dice el guión de la peli El club de la lucha y que encuentro muy acertado, "somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos". 

Estudiamos y estudiamos, pero nadie nos enseña a vivir. Nadie nos dice que salir de la carrera, del modulo o de los estudios de marras es solo comenzar la carrera por la supervivencia. Y a los que nos lo dicen, no los escuchamos. Nos han vendido siempre la idea de que triunfaremos, ganaremos dinero y haremos cosas maravillosas. Nos venden que encontraremos al amor de nuestra vida, todo será como una película de amor, algunos tendremos hijos y formaremos una familia y ya sabéis por donde va todo este pastel. El caso es que en las películas y en los libros siempre hay un final en el que todo se queda suspendido en el momento cumbre: El protagonista ha tenido éxito, ha conseguido a la chica, sus problemas se han solucionado y su futuro pinta más que prometedor. 

Nuestra propia vida se compone de muchísimos finales de libros que luego siguen su curso hacia la prosperidad o hacia el desastre. Poco a poco vamos creciendo y entendemos que conseguir las cosas buenas no es el final, sino que es solo el comienzo de una lucha diaria por el dinero, el hacer lo que uno quiere y el conservar a su lado a las personas importantes. 

En la mayoría de los casos, depende de ti solo en un 50%. El resto es cuestión de la suerte. 

Pero vivimos tan sumidos en nuestra percepción egocéntrica de la realidad, de que todo lo que pasa está relacionado directamente con nosotros, con nuestra vida, que nos pasa desapercibido que aquí nadie es el protagonista de ningún gran libro escrito por un edulcorado autor. Que hay que ir escribiendo las páginas por uno mismo, todos los días. Y que cada uno tiene su propio libro particular, en el que tu eres solo un actor secundario. 

A estas alturas de la mía, tengo 25 años, soy grande y fuerte como una pared de mithrill y a la misma vez pequeñita y blanda como una magdalena mojada en colacao. He dejado todo atrás para irme a otro país y cuanto más pasa el tiempo, más va cambiando el paisaje en el camino de vuelta. Te vas dando cuenta de que todo se mueve, se transforma y que aquello a lo que pensabas que algún día volverías ya se ha ido. 

Y empiezas a vivir con la teoría del: "¿Ves este mismísimo instante? Pues ya se ha pasado". 

La diferencia es que antes creías que todo iría bien. Ahora te propones que estarás bien aunque todo vaya de culo. Y tratas de ser optimista, o de atesorar las cosas buenas que te quedan y que todavía no se han muerto. Un poquito de inocencia, un poquito de esperanza, un poquito de ternura... los restos que han sobrado después de rupturas, peleas con amigos y familia, desengaños laborales y profesionales, experiencias difíciles y demás historias. 

Y con esos trocitos vas recomponiendo lo que eres tú ahora, una persona mucho menos idealista, que hace lo que puede por estar preparado para afrontar la próxima horda y aún así disfrutar de lo que tiene. 

La pregunta es... ¿es esto solo una época?¿es esto la vida?¿habré descubierto solo la primera parte y aún hay más? 

Pero bueno, si las cosas pintan feas seguro que siempre queda la opción de irse a andar con lo puesto hasta que llegue al fin del mundo y se caiga por el borde.