Instálate en el miedo
"Find what scares you and go live there"
(Encuentra aquello que te asusta y vete a vivir allí)
Obviamente no es lo que a uno más le apetece hacer, nunca. Pero nunca, nunca vas a tener ganas de hacer algo que te da miedo. La recompensa viene después, solamente después. Cuando ya ha pasado y estás en tierra firme y por fin puedes decir: "lo hice". En pasado.
Cuando estás acojonado, lo único que quieres es salir corriendo. Esconderte en un rincón muy pequeño donde nadie pueda ver tu debilidad. No quieres sentirte expuesto.
A mi me cuesta mucho trabajo enfrentarme a las cosas que me asustan y mi única manera de hacerlo es no dejarme tiempo ni margen para evadirlas. No las pienso demasiado. Si las pensase, saldría corriendo, huiría. No, yo salto del puente antes de que me entren ganas de abrazarme a la barandilla. Uno ya no puede volverse atrás cuando está en caída libre. No hay leyes en la física que permitan eso.
Han pasado muchos meses desde que empecé a tirarme de puentes sin pensar. Desde que dejé mi país para irme a trabajar a Londres, a empezar de cero. Nunca había trabajado, al menos no para sobrevivir. Empecé de culo y asistiendo a entrevistas en un idioma que no era el mío, tan muerta de miedo que por las noches no podía dormir.
A las dos semanas empecé mi primer trabajo. Era de limpieza, dos horas de madrugada en un edificio en Waterloo. Fui allí, sin tener muy claro donde era. Como no quería llegar tarde, llegué casi una hora antes y estuve desde las cinco y pico de la mañana hasta las seis pasando frío en la calle, sentada en una parada de autobús.
Luego llegué allí. Todo el mundo tenía la mismísima cara de la muerte, cosa que era normal, teniendo en cuenta que eran las seis de la mañana y que ellos trabajaban allí todos los días. Pero eso no lo hacía menos intimidante. Tampoco lo hizo menos intimidante que un chico peruano me dejase en unos servicios enormes con un carrito y me dijera: "Este líquido para el baño, este para los lavabos y este para el suelo. Haz todas las plantas desde esta hacia abajo" y se largase sin más. Ese día solté unas cuantas lágrimas pero a partir de ahí todo fue bien.
Ha sido ya año y medio y no ha sido fácil en ningún sentido. Han pasado muchas cosas, he tenido que afrontar muchos saltos de muchos puentes distintos y nunca ha sido menos difícil, porque siempre eran puentes más altos que los anteriores.
Hoy he ido a una entrevista de trabajo. Fui a la primera entrevista ayer convencida de que no me cogerían porque no tenía suficiente experiencia como administrativo, y sorprendentemente para mi, el no tener nada que perder jugó en mi favor y causé una buena impresión.
Pero hoy era distinto. Hoy llegué al 33 de Kingsway con la sensación de que iba en serio y cuando estaba allí sentada, en aquella oficina de aquel edificio tan pijo esperando para la última entrevista, no pude evitar pensarlo. Que hace unos meses yo estaba allí a las seis de la mañana, limpiando edificios como ese. Viendo a la gente sentada en sus escritorios entre papeles, e-mails, hojas de cálculo y demás historias. Agradecida y animada por tener el trabajo que tenía, a pesar de no tener un nivel de inglés aceptable aún.
Y ahora, estaba allí porque me habían tomado en serio para trabajar en esas oficinas. Sentada en una de esas mesas mirando e-mails y acumulando papelajos. Y me he sentado a hablar con aquel hombre, a hacer una entrevista, segura de mi misma y hablando con él en inglés tranquila, como si fuera una entrevista en mi propia lengua.
No creo que haya mucha gente que pueda entender el miedo, pánico y terror que esa situación me suponía. Que necesitara cinco minutos antes de cruzar la puerta de la calle y decir que había venido a ver al tipo de marras. Que estuviera en varios momentos deseando darme la vuelta y salir corriendo hacia lo seguro, a lo que ya conozco.
Pero seguía teniendo esa vocecita en mi cabeza, esa que dice "te da miedo, te acojona y por eso es por lo que vas a cruzar esa puerta; vas a entrar ahí y vas a hacer esa entrevista, no por conseguir el trabajo, sino porque te da miedo".
Y lo he hecho. Y solo la suerte puede decidir si consigo o no consigo quedarme en esa empresa. Pero hoy siento que he aprendido algo, que he subido un escalón como persona y qué cojones, hay que saber darle importancia a las cosas importantes. Porque después de todo, lo que un desconocido piense de mi por diez minutos de conversación no tiene mucha importancia.
Pero lo que yo piense de mí, eso si que puede cambiarlo todo.
2 comentarios :
Nadie te entiende como yo; Yo también sé lo que es el miedo, y el pánico, y el terror. Saltar al vacío para poder mirarte a la cara en un espejo sin despreciarte a ti misma por ser una cobarde y seguir anclada en lo seguro. Yo sé lo que es empujar una puerta sabiendo que detrás te espera lo desconocido, quizás un infierno, un infierno que por supuesto se cruzara (Somos mujeres y tenemos ovario en vez de cojones, y esa es una gran diferencia)y se llegará al otro lado. Y cuando llegues al otro lado, si te ha ido bien, estupendo, y si te ha ido mal, serás más fuerte y te sentirás más orgullosa de tí misma, y eso es algo a lo que no deber renunciar, ni niña valiente. Que no es más valiente el que va sin miedo a la batalla, sino el que vuelve de segunda acojonao porque ya sabe lo que le espera. Y aunque parezca una incoherencia yo no te he enseñado a ser valiente a ti; tú me enseñaste a mi.
Eres toda inspiración para mí, te admiro mucho y sigo tus pasos gracias a tu blog. A seguir afontando miedos y ganando batallas.
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