De puentes y cenizas
Irse de casa es una de las decisiones más importantes de una persona a lo largo de su vida. Casi nunca se hace pensándolo mucho, no te das demasiado espacio. Te vas porque estás deseando mirar hacia delante. Piensas en futuro, en las cosas que tienes aún por vivir.
Y te vas. Te vas de casa. De la ciudad. Del país. Os hacéis una idea.
Es después, cuando ya te has ido, que descubres que has quemado un puente tras de ti. El tiempo es un fuego muy curioso, va quemando tu puente de vuelta a casa sin que te des cuenta. Todo se mueve, cambia, y cuando te das la vuelta hay cosas que nunca vas a volver a vivir y personas que no vas a volver a ver.
Descubres que tu despedida temporal es para siempre y que nadie te ha preguntado si era eso lo que querías, si estabas dispuesto a pagar el precio.
Quizás, si hubiera sabido que era la última vez de tantas cosas, no me hubiera ido. Quizás es por eso que nunca lo sabemos hasta que no hay vuelta atrás y lo único que puedes hacer es contemplar las cenizas desde el otro lado del charco.
2 comentarios :
Hay puentes que se queman y puentes que simplemente se hunden, sin que tú hagas nada, ni te vayas de tu casa ni de tu país. Vivir es eso, aceptar que hay cosas que nunca vas a volver a hacer o a vivir, aunque sigas en el mismo sitio y entre la misma gente. A cambio, habrá cosas nuevas, sitios nuevos y personas nuevas. Pero hay algo que debes tener claro y es que hay cosas y gente que siempre va a estar ahí, hagas lo que hagas y estés dónde estés. Y hay cosas y gente que va a desaparecer aunque las tengas a un metro de distancia.
Me siento tan así.
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