miércoles, 17 de octubre de 2012

El boca a boca



Pon un recepcionista húngaro en tu vida. Una recepcionista rubia (pero inteligente) que almuerza contigo a veces. Enséñales tu galería de flickr. La verdad, no esperaba que estuvieran tan interesados en echarme un cable. Tanto Atila como Lucy han estado enseñando mis fotos a varias personas. Atila incluso ha hablado de mi a un conocido suyo que tiene una empresa de catherings y eventos.

El caso es que una mujer del edificio las ha visto y quiere que le haga unas fotos para su portfolio personal, como imagen para entrar a trabajar en la televisión. Hoy me la van a presentar, supuestamente, para que hable con ella del asunto. 

Además, ayer vino uno de mis jefes. Yo le había comentado a Atila que estaba un poco nerviosa porque cada vez que venían le pasaban el dedo hasta a los filos de las cortinas, que me vigilaban a ver si hacía bien mi trabajo. El caso es que me sorprendió verlo venir a mi todo sonriente, diciendome que qué tal estaba, que todo estaba muy bien, que tal que pascual. Voy toda animada a la recepción a pedirle al señor Atila las llaves del Security Room para comer mi lunch, cuando me dice: antes me encontré a tu jefe. Le dije "¿qué te parece la nueva chica de la limpieza? Es estupenda, ¿verdad?".

¿Qué puedo decir? Igual son mayores que yo y la edad es una barrera para la amistad. Igual no. La cosa es que tanto Atila como Lucy están en modo mamá gallina conmigo, cosa que hace que me sienta mejor y más agusto trabajando aquí. Ayuda saber que hay gente en esta gran ciudad, que aunque no tienen por qué ni te conocen desde hace mucho, tienen la voluntad de tenderte una mano.

Porque, después de todo, supongo que debe haber una compensación a la convivencia diaria de tantas horas trabajando en el mismo sitio. A veces es pesado llegar a casa y ver que hace un momento eran las siete y ya es la hora de irse a dormir. Y cuando te das cuenta, vuelves a estar dando vueltas por ese mismo edificio en el que te parecía estar tan solo cinco minutos antes.

Así vive la gente en London. Y me pregunto yo, si yo a veces pienso que es pesado, ¿qué pensarán personas como Atila, Lucy, Andrés o Agnes, que llevan años viviendo así?



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