miércoles, 13 de mayo de 2015

Take the Unknown Road Now


El amor es una cosa de lo más estúpida. Crea toda clase de ilusiones y expectativas alrededor del ser amado sin que seas consciente de ello. De tu pareja, esperas que no te haga daño, que te trate bien, que se acuerde de todo, que comprenda todo lo que te ocurre, que se adapte a lo que necesitas, que cambien por ti y una larga lista de etcéteras. 

De los amigos esperas que estén ahí siempre. Que se acuerden de tu cumpleaños. Que te apoyen en los momentos difíciles, que escuchen tus historias interminables sin volverse locos, que te saquen de fiesta, que aguanten tus gilipolleces sin quejarse.

De los padres, que te quieran tal como eres, a pesar de todo lo que hagas, a pesar de lo mucho que la cagues. Que estén ahí para apoyarte, escucharte y ayudarte cuando tienes una crisis. Que sean esa viga estable que sujeta la casa de tu vida, ese pilar maestro inamovible que conforma el amor incondicional y que no espera nada a cambio. Que sean tu modelo perfecto de cómo deberías acabar siendo cuando crezcas. 

No puedo opinar sobre los hijos porque no tengo ninguno. Lo más parecido son mis gatos y, reconozco que a veces, desearía que no destruyeran los cargadores de mis móviles ni se encargaran de llenar de pelo de gato prácticamente cada centímetro de mi casa. 

El amor es una cosa muy injusta. Cuanto más crezco y cuanto más lo experimento, más me oprime esa incapacidad de estar a la altura. 

Hace tiempo que decidí que querer no era eso. El amor verdadero se esconde tras todas esas mentiras y emerge cuando caen las fachadas. Cuando la perfección se vuelve imperfecta. Incluso cuando se vuelve una puta mierda. Se descubre al ser humano debajo de la idea y ahí se queda el amor, si es que lo había de verdad. En carne viva y desenvuelto para hacerte llorar hasta que te miras al espejo y tienes los ojos como los de los teleñecos. 

Cuando uno quiere de verdad no importa nada. No hay orgullo, ni enfado, ni egoísmo ni exigencias. Solo hay amor. Y sabes, de alguna forma, que siempre va a estar ahí, no importa lo mucho que arrojes, manches y pises la puta hoja de papel y la desenvuelvas de nuevo. Que sí, que puede que acabe un poco hecho una mierda, pero queda. 

El amor es uno de los peores enemigos del hombre. Porque hace que miles de personas todos los días intenten estar a la altura y fingir una persona que no son. Puede hacerte pedazos despacio, puede hacerte pedazos en cuestión de segundos. Puede llevarte hasta lo más alto... nunca se sabe. 

Estoy empezando a entenderlo mejor, a apreciarlo mejor. Con cabeza. Con más madurez. 

Cualquier cosa que empiece con "Yo", con "A mi" y con "Quiero" no puede acabar bien. 

Así que quizás solo se trata de intentar hacer lo que se puede por ser feliz, ir siempre con la mejor de las intenciones, intentar no hacer daño (al menos, no deliberadamente) y no esperar. Sobre todo, no esperar y no exigir. Aprender a perdonar. Aprender a comprender. 

Siento como si hace un mes y poco hubiera despertado de una especie de coma extraño que ha durado más tiempo del que debería y por fin estoy en paz con el universo. No tengo miedo al amor. Ya no. 

Take the Unknown Road Now. Siempre hay tiempo para un giro. 

Porque vivir es eso, simplemente. Respirar hondo y lanzarse a lo desconocido, una y otra vez, todos los días de tu vida, sin saber muy bien qué estás haciendo pero con la seguridad de que, salga bien o salga mal, estarás bien. 




No hay comentarios :